lunes, 16 de mayo de 2016

Cómo educar a nuestros hijos

La educación de los niños empieza en el hogar

La dinámica familiar ha experimentado un cambio considerable en las últimas décadas. Ahora tanto papá como mamá trabajan también fuera de casa, y los niños y niñas tienen mayores responsabilidades dentro y fuera de la escuela.
El unir esfuerzos y compartir responsabilidades parecen excelentes aliados para hacerle frente a esta realidad.
Muchos padres se sienten abrumados, y con justa razón, ya que además de su carga de trabajo deben lidiar con las tareas y los periodos de pruebas de estudio de sus hijos, independientemente de su estado anímico o de la disposición de su tiempo.

Los docentes por su parte, comprometidos con su trabajo, tienden a agregarle a su labor profesional un “soporte emocional” que les permita a los niños y jóvenes, complementar sus requerimientos de afecto y cuidado.

Pero la “unión hace la fuerza”. Cuando los padres hacen un esfuerzo extraordinario por estar al lado de sus hijos durante el año escolar, ofreciéndoles apoyo sincero y dejándoles ver con claridad que ellos son una prioridad en medio de sus múltiples compromisos, los niños y los jóvenes tendrán un motivo más para valorar la formación que reciben en la escuela o el colegio. Y si agregamos a esto la dedicación y entrega que la mayoría de los maestros y profesores plasman en la educación de nuestros hijos e hijas, conseguiremos una combinación de esfuerzos que traerá grandes beneficios para ellos. 

¡Cumplamos con nuestra parte para beneficio de todos!
Prestemos especial atención a las siguientes sugerencias para hacer de la educación de nuestros hijos e hijas una tarea compartida.
Para los padres y madres de familia:
  • Supervisemos el trabajo de nuestros hijos: Es importante estar atentos a las actividades que llevan a cabo nuestros hijos e hijas, tanto dentro como fuera de la institución donde estudian.
La realización de tareas, los periodos de estudio y el calendario de exámenes, son tan solo algunos de los aspectos que debemos conocer con detalle, con el fin de apoyar a nuestros niños y jóvenes ante las demandas escolares.
Debemos recordar que las responsabilidades que nuestros hijos e hijas tienen en casa, son un ingrediente valioso en la formación integral de su sentido de responsabilidad.
  • Mantengamos una comunicación permanente: Conversar con nuestros hijos e hijas acerca de sus inquietudes e intereses, genera un ambiente de libertad y confianza.
  • Nuestros hijos e hijas necesitan ser escuchados: Hacerle preguntas que les permitan ver la situación que están atravesando de una manera más profunda, puede ayudarles a comprender mejor sus experiencias. Reservémonos nuestras propias opiniones, para oír lo que tienen que decirnos, y evitemos aplicar soluciones que resultaban adecuadas en nuestro tiempo y que asumimos serán apropiadas en este caso.
  • Seamos un apoyo: Permitámosles a nuestros hijos e hijas cumplir con los que les corresponde de acuerdo con su edad, y vivir las consecuencias de sus elecciones, teniendo plena seguridad de que estamos de su lado.
Para los y las docentes:
  • Intentemos abrir espacios de participación directa de padres y madres en el aula.  Un buen número de ellos, están más interesados de formar parte de una clase de lo que imaginamos.
  • Brindémosles la información del desempeño de sus hijos e hijas de una manera constructiva.
  • Escuchemos las sugerencias  e inquietudes de los padres y madres de nuestros alumnos, promoviendo una comunicación respetuosa y asertiva.   

 

Abramos espacios de diálogo   

Al relacionarnos con quienes nos rodean debemos establecer vínculos que nos permitan tener una buena comunicación.
En la relación entre padres e hijos, debemos tratar de buscar espacios que nos permitan conocer con claridad lo que ellos piensan o sientes acerca de algún tema o situación particular. Dejemos que lo expresen con sus propias palabras, y mostremos una actitud abierta y comprensiva, porque si nuestra respuesta está siempre marcada por el “juicio”, es muy difícil que nuestros hijos se sientan cómodos y seguros hablándonos.
Tengamos siempre presente que nuestros hijos e hijas necesitan de consejos y  abrazos, y quienes mejor que nosotros para dárselos.
En el aula, los educadores podemos promover un ambiente de “libertad emocional”, donde los estudiantes sepan que pueden acudir a nosotros, no sólo cuando tengan dudas sobre la materia, sino también cuando algo bueno ha sucedido en sus vidas o tienen un problema personal que no saben cómo resolver.
La comunicación abierta y sincera de los padres y las madres con los docentes puede constituir una excelente herramienta para abordar de manera integral la realidad en que se desenvuelven nuestros hijos e hijas.  Cuando surge alguna dificultad es más sencillo solucionarla si se cuenta con ayuda 
Unamos fuerzas para lograr una educación sólida y provechosa para nuestros niños juntos podemos lograrlo. 
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