domingo, 22 de mayo de 2016

Una familias reconstituidas


La mayoría de los estudios y de las recomendaciones que se realizan en temática familiar, suelen estar dirigidas a las familias “intactas” o primeras familias.  No obstante, en la gran mayoría de los países de la región se ha observado un incremento en el número de familias constituidas por un segundo matrimonio y/o con hijos de una unión anterior.

Al estudiar los procesos de ajuste de estas familias reconstituidas, se han observado características comunes de dificultad y estrés relacionadas principalmente con la formación y dinámicas del nuevo sistema familiar.
 
El historial que trae la pareja
Con el establecimiento de una familia reconstituida, cada uno de los cónyuges trae una historia de su relación anterior.  En el mejor de los casos, los problemas que ocasionaron la ruptura de su anterior relación se han trabajado y aparentemente solucionado.  Pero en muchos casos, esto no es así, y es cuando las dificultades anteriores, los traumas, resentimientos, desconfianzas e inseguridades se arrastran al nuevo vínculo.  Cuando se traen hijos,  los “padrastros” y  “madrastras” suelen experimentar situaciones de mayor estrés,  porque deben convivir muchas veces con los pequeños o porque tienen que aceptar y ajustarse a las visitas que realiza su cónyuge  a sus hijos biológicos que viven con su ex-pareja.
Es debida a esta compleja dinámica que experimentan las familias reconstituidas, que se suele recomendar una adecuada asesoría, porque el bienestar de la nueva familia va a depender del establecimiento de vínculos respetuosos, afectivos, donde prevalezca la paciencia, la compresión y la buena voluntad.
La nueva pareja debe evitar hacer comparaciones con su  pareja anterior.  Deben “cerrar” los procesos y vínculos con su ex-cónyuge y sanar las heridas ocasionadas por los conflictos que pudieron experimentarse en su anterior relación.  Y en cuanto  a los hijos de cada uno, deben saber que el acercamiento a ellos debe ser  paulatino y gradual, ya que muchas veces los menores se van a resistir a aceptar la nueva relación de sus padres y madres.

Las complejas relaciones con los hijos de uno, del otro y de ambos
Uno de los mayores desafíos que enfrentan las familias reconstituidas consiste en  lograr una   dinámica saludable y positiva con los hijos que se traen de sus anteriores matrimonios, así como sus vinculaciones con los propios hijos derivados de la nueva relación.  Aunque cada realidad familiar es particular y específica, existen factores comunes que afectan una convivencia armoniosa y destensada.  Entre esos factores se encuentra el que cada miembro de la pareja se cuide de los siguientes riesgos:
  • Criticar la forma en que su cónyuge ha criado a sus hijos, juzgándole a partir de sus propios pensamientos y experiencias.
  • Imponer sus reglas, normas y disciplinas a los hijos que nacen de su nueva relación, en lugar de acordar con su cónyuge las nuevas prácticas de convivencia.
  • Pretender disciplinar directamente a los hijos biológicos de su pareja, lo cual no debe ser responsabilidad suya.
  • Evitar las vinculaciones afectivas con los hijos e hijas de su nueva pareja, eludiendo la oportunidad de dar consejos y asumiendo más bien una actitud de incomprensión y distancia.
  • Ver a los hijos biológicos de su nuevo esposo o esposa y al ex – cónyuge de estos como rivales permanentes, agregando un mayor grado de estrés a la relación.
  • Mostrar preferencias con sus propios hijos, marginando y descalificando a los hijos anteriores de su cónyuge.

El bienestar familiar debe ser el objetivo
Bajo cualquier circunstancia, constituir una familia con una dinámica saludable, funcional, estable y sostenible no es sencillo.  Requiere dedicación esfuerzo, compresión, respeto, responsabilidad y mucho amor.  Con mucha más razón el establecimiento de una familia reconstituida con un elevado nivel de bienestar, exige mayores esfuerzos de todos los miembros.  La pareja debe dejar atrás muchas frustraciones, egoísmos y temores.  Deben saber que los motivos que ocasionaron la disolución de su relación anterior, deben ser adecuadamente conocidos y superados; que su actual  realidad le brinda una nueva oportunidad para construir un hogar armonioso y con bienestar para todos.
La nueva pareja debe esforzarse para construir un ambiente sano donde los hijos de uno, del otro, y de ambos, puedan convivir con seguridad, confianza y afecto.  No se trata de sustituir a los padres o madres biológicos, sino de plantear vinculaciones funcionales que posibiliten superar  lo más  pronto  posible las situaciones traumáticas de la separación de la primera familia.
Más allá de concentrarse en la promulgación de las nuevas normas, reglas y medidas de comportamiento y disciplina, la nueva pareja debe aspirar  a edificar un sistema familiar  donde prevalezca el bienestar y la sana convivencia.
Se requiere que ambos cónyuges estén consientes  de que la realidad de las familias reconstituidas es compleja: familias anteriores disueltas, hijos con procesos muchas veces no concluidos, historias de vida que deben cerrarse, vinculaciones afectivas con miembros de las familias de origen de sus ex-parejas, entre otros.  Pero lo que está en el presente y futuro debe inspirar a las nuevas familias.  No se trata de borrar el pasado, sino de superarlo para abocarse a constituir el futuro con amor y esperanza.
Al aumentar los divorcios y separaciones, la sociedad actual experimenta igualmente un incremento de las familias reconstituidas.  Esta es una realidad en América Latina.  Por eso resulta necesario y fundamental conocer la situación específica de las familias reconstituidas para poder apoyar a cada uno de sus miembros y procurar el bienestar para todos.

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